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El cartapacio del alecrán

Taller de escritura

La muñeca / Patricia Ch. López

La muñeca / Patricia Ch. López

 

No sé si es un sueño o un brumoso recuerdo. Me encuentro en un encantador jardín, es una imagen confusa, bancas de granito, jardineras llenas de innumerables hojitas de diversos verdes, mezcladas con pequeñas flores. Estoy con Elizabeth mi gran muñeca rubia -era casi de mi altura-, su cabello es corto, grandes pestañas y unos brillantes ojos azules y una pequeña boca rosa componen su cara perfecta, pero su cuerpo tieso es muy diferente al mío, es difícil lograr que me siga, que se acople a mis pasos. Amelia nos vigila a prudente distancia y eso me agrada, no se entromete en nuestro juego, se acerca solo cuando la necesitamos, es una guardiana ideal.

Se comienza a ocultar el sol y regresamos a casa, lo primero que hago al llegar es acercarme a la cuna, dentro hay una niña, es mi hermana, la observo detenidamente y la veo moverse. ¡Qué diferente a la tiesa Elizabeth!, ella sí podrá seguirme –pienso- podremos cortar flores y seguir a las hormigas... la voz de mi madre me regresa al presente: “el baño está listo” –me llama. Ya regresaré -le susurro a la bebé- y veré cuánto has crecido.

 

Foto: M. Cascales

Ella se preocupa / Silvet Chiñas

Ella se preocupa / Silvet Chiñas

Ella se preocupa cada día. Su niña de nueve años ya no puede hablar y convulsiona con frecuencia; vivieron un año de análisis y estudios antes de poder tener un nombre para la horrible enfermedad que poco a poco se está llevando a su hija.

Hubo una época menos triste, cuando a los tres años lograba decir “mamá”, “agua”, “dame”; podían reír y caminar juntas. Hoy sólo es un recuerdo, la niña ha perdido el lenguaje, ya no la mira como antes, sonríe de cuando en cuando y camina día a día con mayor dificultad. Su papá falleció por complicaciones por alcoholismo; habían engendrado antes de la niña, un primer bebé, él también murió a los tres meses sin razón. La pequeña es lo único que le queda.

Hoy le han entregado los resultados de los estudios. El diagnóstico no es bueno: una enfermedad muy rara y sin cura, escucha al doctor decirle. Tendrá que continuar, llevarla a rehabilitación para que tarde el desenlace que le duele al respirar.

 

Grabado: Jacinto Olave Azpiri