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El cartapacio del alecrán

Prácticamente, la serpiente que se muerde la cola

Prácticamente, la serpiente que se muerde la cola Ana Valderrama

Antes hablemos de Lucifer.
Muchas tradiciones antiguas dictan que antes de su caída, Satán era conocido con el nombre de Lucifer. Tomemos el extremo del hilo de esta reseña, la palabra Lucifer se encuentra por primera vez en la Biblia en Isaías 14:12, y versa más o menos así: "¡Cómo caíste del cielo, OH Lucifer, hijo de la mañana!. Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo".
Este párrafo presenta un pequeño problema para los cristianos que automáticamente relacionan la palabra Lucifer con el demonio, y representa un gran misterio para los estudiosos de textos antiguos.
En principio Lucifer es un nombre latino, pero ¿cómo puede un nombre latino como Lucifer aparecer en un texto hebreo de esa antigüedad cuando el primero no se había ni inventado?
La respuesta se encuentra en el antiguo testamento que Marción rechazó. Esta primera versión del antiguo testamento es el denominado versión de los "Setenta" o "Alejandrina"
-el nombre de "Setenta" se debe a que la tradición judía atribuye su traducción a 70 sabios y "Alejandrina" por haber sido hecha en Alejandría y ser usada por los judíos de lengua griega en vez del texto hebreo-. Esta traducción se hizo para la lectura en las Sinagogas de la "diáspora", comunidades judías fuera de Palestina, y quizá también para dar a
conocer la Biblia a los paganos. Su redacción se inició en el siglo III a.C. (250 a.C.) y se concluyó al final del siglo II a.C. (105 a.C.) y hasta ese momento el capítulo catorce de Isaías no era acerca de la caída de Satán, sino de la caída de un rey Babilónico, el cual durante su gobierno fue perseguido por el pueblo de Israel conocido como Helal, hijo de Shahar.
El pasaje en hebreo se le "heleyl, ben shachar" cuya traducción literal seria "el que brilla, el hijo del amanecer". El nombre evoca el resplandor y fastuosidad con la cual el rey vestía junto con su corte (tal como el rey de Francia Luis XIV fue llamado el rey sol). El traductor original de la Biblia tomó el término más cercano al original hebreo heleyl, ben shachar para traducir al griego heosphoros "Portador de luz".
En respuesta a la versión de Marción la iglesia tuvo que realizar una recopilación o canon oficial de la Biblia en la cual sí se incluyera el antiguo testamento y hacia finales del siglo IV, el Papa Dámaso ordenó a San Jerónimo hacer una nueva versión latina teniendo presente la Septuaginta. Esta versión se impuso en el siglo VII definitivamente y se denominó "Vulgata" porque la intención era “vulgarizar" la obra, volverla popular. San Jerónimo tradujo directamente del hebreo y del griego originales al latín, a excepción de los libros de Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y 1º y 2º de los Macabeos, los cuales los transcribió, sin alteración alguna. Asimismo San Jerónimo tuvo acceso a libros más antiguos que no fueron incluidos en la septuagésima, libros como el de Enoch y los apócrifos.
Dado que San Jerónimo necesitaba un nombre equivalente en latín del griego Phosphoros utilizó la astronomía romana, en la cual Lucifer era el nombre que se le daba a la estrella de la mañana o Venus. La estrella de la mañana aparece en los cielos justo antes del amanecer, y anuncia la llegada del sol. El nombre se deriva del término lucem ferre, o el portador de luz. Los escolares y teólogos antiguos mezclaron el mito con la doctrina de la caída y para el tiempo de la traducción de San Jerónimo al latín, el término ya se usaba como sinónimo de Satán.
Y la confusión aumenta más, y notemos la ironía: Lucifer se refiere Satán ya que es el mismo título (estrella de la mañana o portador de luz) pero esto se usa para referirse a Jesús también en el texto griego, en versículos como el Apocalipsis 22:16. Así que a estas alturas ya no sabemos quién es Lucifer, si realmente Satán, un rey antiguo, ambos o ninguno, o fruto de la inadecuada traducción de un monje.
Después, hablemos de Prometeo.
Quizás la respuesta se encuentre en un mito más antiguo, Prometeo, el cual cuenta que una vez concluida la rebelión contra Cronos, el antiguo dios del tiempo, Zeus y los demás dioses olímpicos crearon la tierra, los cielos y los mares. Todo estaba a punto para que apareciera la humanidad, incluso los lugares donde buenos y malos debían ingresar después de muertos.
Había llegado el momento de crear al hombre y son varias las leyendas occidentales que relatan este acontecimiento. En una, los dioses delegaron para ello a Prometeo –El titán aliado de Zeus- y a su hermano Epimeteo.
Prometeo, que en griego significa “previsor”, era inteligente y con más sagacidad que los mismos dioses, pero Epimeteo, cuyo nombre significa "el que reflexiona demasiado tarde, el torpe" seguía invariablemente su primer impulso, para enseguida cambiar de opinión.
Epimeteo repartió todos los mejores dones a los animales: fuerza, rapidez, valor y astucia, plumas, pelo, alas, caparazón y Prometeo se encargo de crear al primer ser humano al que llamó Deucalion, a partir del barro, y junto con Atenea le dio el soplo de vida necesario para animarlo. Al llevar Prometeo al hombre con su hermano, no quedaban ya bienes ni cubierta protectora, ni cualidad alguna que les permitiera salir airosos en su lucha contra los animales.
Demasiado tarde, como siempre, Epimeteo reconoció su error y llamó en su ayuda a su hermano. Prometeo trazó un plan para otorgar superioridad al hombre. Primeramente le dio una figura más noble que la que concedió a los animales y a semejanza de los dioses, le proporcionó una postura erguida. Después volvió a las regiones celestiales junto al carro del sol y con una antorcha se robó el fuego y lo llevó enseguida a la tierra. Prometeo aprendió de Atenea la astronomía, arquitectura, medicina, metalurgia, navegación y en general todos los oficios y tecnologías, y todos estos conocimientos los transmitió a los mortales, quienes con el fuego pudieron imitar a los dioses.
Irritado Zeus ante el progreso humano, quiso acabar con todos los hombres, pero Prometeo se interpuso, y aunque le debía mucho, pues le había prestado ayuda en la lucha contra Cronos, Zeus cegado por su cólera olvido su deuda. Ordenó a sus servidores, la Fuerza y la Violencia, que se apoderaran de Prometeo, le llevaran al monte Cáucaso y le amarraran. Una vez ahí, un buitre destruiría sin cesar sus entrañas. No habría fin para este castigo, porque el cuerpo de Prometeo se renovaba cada noche, para que al amanecer el suplicio volviera a comenzar. Este castigo duró hasta que Hércules le liberó rompiendo las cadenas y matando al buitre.
Ahora, el Uroboros.
En la mitología cristiana, Satán toma la forma de la serpiente y ofrece al primer humano sabiduría, por lo cual es llevado a los infiernos. Para los paganos, Prometeo representa una figura noble en su acto de auto sacrificio, por el cual es condenado al encadenamiento. En contraste, los cristianos añoraron la ignorancia del jardín del Edén, y tacharon al caído Lucifer como el máximo mal por tentar a la humanidad con el entendimiento.
La cristiandad predicó recompensas para la próxima vida, difundió el temor al conocimiento y al placer en este mundo, dejando a la rebelión y la curiosidad inquisitiva como un pecado. Fue un culto de ignorancia, obediencia y abstinencia. Pero no olvidemos que por mucho cientos de años, muchas otras filosofías se desarrollarían en oposición directa, dedicadas a la curiosidad, independencia y al placer.
La serpiente que se muerde a sí misma la cola es símbolo de conocimiento. Muchas referencias a través de la historia indican y marcan el camino que estas otras filosofías han tenido y el uso que han hecho del Uroboros, del griego oyrá, cola, borá, alimento. Entre la magia y la ciencia la inquietud por saber ha estado allí gestando maneras de pensar diferentes y alternas a las impuestas por la tradición y la religión.
Desde el antiguo Egipto hasta la Edad Media la serpiente que adopta una disposición circular, con la cola introducida en la boca, para indicar que continuamente se devora a sí misma y renace de sí misma representa la unidad de todas las cosas materiales y espirituales, que no desaparecen nunca, sino que cambian de aspecto en un ciclo perpetuo de destrucción y creación. En algunas representaciones antiguas aparece complementada con la inscripción griega “hen to pan”, es decir el “uno, el todo” y se asocia a la alquimia al gnosticismo y al hermetismo.
El Uroboros representa la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno y otros conceptos percibidos como ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen. En un sentido más general, simboliza el tiempo y la continuidad de la vida, y de hecho en algunas representaciones, el animal se muestra con una mitad clara y otra oscura, lo que recuerda la dicotomía de otros símbolos similares como el yin y el yang.
Por último, el cine.
Los significados de Lucifer, Prometeo y Uroboros son autónomos, pero el recorrido con sutil hilo no fuerza a ninguno al querer hermanarlos, y sin embargo surge una pregunta ¿todo lo anterior para qué? …Para dejar un poco suelta la aguja y seguir cosiendo, es decir, invitar a todo aquel que guste del temas, al cine. “¿Pero que reseña más extraña es ésta que no me ha dicho a estas alturas título, director o actores, y aún así pretende que vaya al cine?”.
Es fácil dar con la película, cartel oscuro, slogan que invita a temer, y título explícito sobre el número de víctimas que se requirió para la filmación. La producción es norteamericana y española, lo cual nos aleja de la típica película de miedo gringa, en la cual se van descabezando inocentes hasta que la chica linda –rubia la mayoría de las veces- acaba con el mal amenazante.
Para algunos la película es lenta, abusa del miedo efectista, y no se entiende del todo qué es lo que pasa. Cierto es que le falta explicar muchas cosas, pero es porque no trata al espectador como tonto y no se detiene a explicarle nada. La obra supone que ya hay cierto bagaje común alrededor de los símbolos que va a tratar: el mal, el rito, el sacrificio, la serpiente, la trinidad, y que sólo hace falta contar una buena historia alrededor.
Pero, a final de cuentas, la pregunta queda ¿quién es Lucifer?
En resumen, aunque a Lucifer nos lo configuren como un ser ambicioso, terrible embaucador y gran mentiroso, acabemos de coser diciendo que es una fuerza inagotable que busca alcanzar las estrellas en el cielo. Alejémoslo del concepto de demonio maligno separado de la benevolencia de la naturaleza, no es el enemigo de la humanidad, aunque bien podría ser el más grande humanista. Es, de cierto modo, la parte creativa de esta fuerza natural, es el cincel en manos del creador de una estatua, que tiene que destruir y pulir, probar y progresar.
Es mejor concebirlo como la fuerza bruta, natural, arquetípica que nos orilla a ser algo más de lo que somos, a tener ambición y alcanzar metas y objetivos, claro que para que el ciclo de la vuelta completa, este Lucifer deber ser encadenado, o más bien dirigido por un espíritu noble e inteligente que pueda aprovechar toda esta fuerza bruta e inagotable en bien del ser humano.
Lucifer, con esas raíces de serpiente que tiene, es la tecnología, es la ciencia, es la aspiración al conocimiento y la sabiduría eterna, y cada ser humano tiene algo de Lucifer en sí mismo.
Así que si en un futuro los acusan de ser adoradores de Lucifer, piensen que en cierta manera lo somos, ya que adoramos esa luz que está en el interior de cada uno de nosotros, esa luz que tiene un tinte divino e inmortal y al mismo tiempo humano, que nos da la capacidad de sentir y elegir entre lo bueno y lo malo, y aquí sí estamos hablando de ética y no de moral, que nos da la capacidad de ser algo más, de ver mas allá de lo que nos enseña una sociedad, un profesor, una religión, de ser rebeldes en nuestro pensamiento y cuestionar y preguntar, de marchar a nuestro ritmo y destino.

Título: La séptima víctima.
Director: Jaume Balagueró
Producción: España - Estados Unidos
Año: 2002
En cartelera"

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