Periódicos, libros y cartas
¿Serán sustituidos totalmente por internet y el correo electrónico?
Me resulta difícil pensar en un frío y aburrido existir sin la calidez que dan los periódicos, los libros y el correo postal, pues hay ocasiones en que un periódico es necesario, menciono algunas:
Cuando la lluvia nos sorprende con el paraguas olvidado en el clóset nos protege o navega convertido en barquito por caudalosas aguas y si esa lluvia nos sorprende en casa, con él atajamos el agua que se cuela por las rendijas de las puertas y ventanas; para transportar paletas de hielo es el mejor empaque térmico; si cuidamos nuestro planeta, nos sirve, convertido en pelota, para limpiar los vidrios; es disciplinario, pues enrollado es la mejor arma para disciplinar al perro: unos ligeros golpecitos en la cabeza (por supuesto si es que el perro dejó alguna sección completa), y podría mencionar más de sus cotidianas bondades.
En cuanto a los libros ¿se imaginan las ciudades sin bibliotecas? ¿sin librerías? ¿las casas, escuelas y oficinas sin libreros? ¡no me puedo imaginar la mesa donde como sin su acostumbrado desorden bibliográfico! y tampoco me puedo imaginar la falta del ir y venir de la mesa al sofá y viceversa; quien ha obsequiado o recibido un libro, sabe que es uno de los mejores regalos; los niños en México, dejarían de emocionarse al inicio del año escolar pues no recibirían sus gratuitos libros de texto. ¿Una de las misiones del ser humano se modificaría para convertirse en: plantar un árbol, tener un hijo y teclear un libro y subirlo a la red? ¡Ah! y el autor haría uso del scanner para autografiar sus libros, sin vivir entonces el misterio de ver las pastas debajo de la cubierta y también perderíamos la agradable sensación de acariciar y abrazar un libro y quedarnos dormidos con él sobre el pecho
y de las cartas, a ellas se adhiere un pedacito de quien las escribe: al extender el pliego y enlazar letra con letra, al doblarlas, meterlas en su sobre, colocar la estampilla y llevarlas al correo. Recibir una carta: escuchar el silbido del cartero, salir corriendo a su encuentro y ver su mano rebuscando dentro de su gastada mochila de cuero, es como una cuenta regresiva cuando va a despegar una nave espacial; si llega la esperada carta, la besamos, olemos, agitamos y ponemos junto al corazón buscamos el mejor lugar para abrirla y la leemos (con o sin luz eléctrica). Para los enamorados separados es un ritual buscar el papel adecuado para enviarse sus pensamientos y el que recibe la carta sabe que el otro la llenó de besos antes de ponerla en el buzón; las cartas las doblamos y las guardamos en la cartera, en la bolsa de la camisa o en la del mandil, según el caso, para llevarlas con nosotros, para leerlas cuando y donde nos den ganas, por supuesto que también podemos llevarnos el disquete y sacarlo y verlo, (nada más eso: verlo), pues no siempre tenemos una computadora a la mano. A través de las cartas se han conocido trechos importantes o desconocidos de la historia de los pueblos, así como secretos familiares, y se ha conocido parte de la personalidad de quienes las escribieron por los rasgos de su escritura.
Los periódicos, los libros y las cartas no serán sustituidos por internet y por el correo electrónico. Aún así, el mundo se mueve, avanza, cambia y nosotros con él. Somos parte de la vertiginosa velocidad del arrastre tecnológico.
( creo que hasta los perros se aburrirían sin las visitas de los carteros: ¿a quiénes morderían?).
Carolina Chacón
Imagen: Grabado / sin identificación
Me resulta difícil pensar en un frío y aburrido existir sin la calidez que dan los periódicos, los libros y el correo postal, pues hay ocasiones en que un periódico es necesario, menciono algunas:
Cuando la lluvia nos sorprende con el paraguas olvidado en el clóset nos protege o navega convertido en barquito por caudalosas aguas y si esa lluvia nos sorprende en casa, con él atajamos el agua que se cuela por las rendijas de las puertas y ventanas; para transportar paletas de hielo es el mejor empaque térmico; si cuidamos nuestro planeta, nos sirve, convertido en pelota, para limpiar los vidrios; es disciplinario, pues enrollado es la mejor arma para disciplinar al perro: unos ligeros golpecitos en la cabeza (por supuesto si es que el perro dejó alguna sección completa), y podría mencionar más de sus cotidianas bondades.
En cuanto a los libros ¿se imaginan las ciudades sin bibliotecas? ¿sin librerías? ¿las casas, escuelas y oficinas sin libreros? ¡no me puedo imaginar la mesa donde como sin su acostumbrado desorden bibliográfico! y tampoco me puedo imaginar la falta del ir y venir de la mesa al sofá y viceversa; quien ha obsequiado o recibido un libro, sabe que es uno de los mejores regalos; los niños en México, dejarían de emocionarse al inicio del año escolar pues no recibirían sus gratuitos libros de texto. ¿Una de las misiones del ser humano se modificaría para convertirse en: plantar un árbol, tener un hijo y teclear un libro y subirlo a la red? ¡Ah! y el autor haría uso del scanner para autografiar sus libros, sin vivir entonces el misterio de ver las pastas debajo de la cubierta y también perderíamos la agradable sensación de acariciar y abrazar un libro y quedarnos dormidos con él sobre el pecho
y de las cartas, a ellas se adhiere un pedacito de quien las escribe: al extender el pliego y enlazar letra con letra, al doblarlas, meterlas en su sobre, colocar la estampilla y llevarlas al correo. Recibir una carta: escuchar el silbido del cartero, salir corriendo a su encuentro y ver su mano rebuscando dentro de su gastada mochila de cuero, es como una cuenta regresiva cuando va a despegar una nave espacial; si llega la esperada carta, la besamos, olemos, agitamos y ponemos junto al corazón buscamos el mejor lugar para abrirla y la leemos (con o sin luz eléctrica). Para los enamorados separados es un ritual buscar el papel adecuado para enviarse sus pensamientos y el que recibe la carta sabe que el otro la llenó de besos antes de ponerla en el buzón; las cartas las doblamos y las guardamos en la cartera, en la bolsa de la camisa o en la del mandil, según el caso, para llevarlas con nosotros, para leerlas cuando y donde nos den ganas, por supuesto que también podemos llevarnos el disquete y sacarlo y verlo, (nada más eso: verlo), pues no siempre tenemos una computadora a la mano. A través de las cartas se han conocido trechos importantes o desconocidos de la historia de los pueblos, así como secretos familiares, y se ha conocido parte de la personalidad de quienes las escribieron por los rasgos de su escritura.
Los periódicos, los libros y las cartas no serán sustituidos por internet y por el correo electrónico. Aún así, el mundo se mueve, avanza, cambia y nosotros con él. Somos parte de la vertiginosa velocidad del arrastre tecnológico.
( creo que hasta los perros se aburrirían sin las visitas de los carteros: ¿a quiénes morderían?).
Carolina Chacón
Imagen: Grabado / sin identificación
2 comentarios
Leny Azcorbe -
Carmen Guerrero -