La meditación: alimento que nutre / Isabel Nivón / Meditation: food that nourishes
La reflexión del Tao decía: La meditación cambia tu consciencia. El tipo de consciencia que emerja depende de la meditación.
Aprendí a meditar por casualidad hace casi 30 años, justo por un anuncio colocado en la pared del Departamento de Psicología de mi universidad. Entonces tenía 19 años y un investigador de renombre (Jacobo Grinberg Silverbaum), con muchos libros escritos para entonces, buscaba estudiantes para aplicar las técnicas aprendidas en el Tibet con los monjes budistas, donde había vivido recientemente. En lo personal sólo me interesaba saber cómo trabaja un hombre famoso de mi especialidad, él que escribía libros… si hubiese sido danza africana o capoeira también hubiera entrado al programa.
Como católica efervescente de una provincia pequeña, que para estudiar la licenciatura se muda a una de las principales ciudades del país a fin de asistir a una buena universidad privada (donde no había huelgas ni paros) veía en cada ladrillo de mi alma mater una posibilidad de desarrollo (que además tenía muchos, muchos ladrillos). Así que tener más trabajo académico que el resto de mis compañeros no era pretexto para perderme la oportunidad de asistir a este magno entrenamiento y ser objeto de estudio en un inicio –me entrenaban y medían con aparatos-, para después convertirse en sujeto que aplicaba las técnicas de Meditación en Movimiento básicamente a grupos de alumnos/as del nivel primaria y que elevaban sus niveles de concentración con bastante éxito.
Así el budismo llegó a mi vida, a través de una metodología sin filosofía alguna, sin embargo tuvo muchos resultados, porque mi alma y mi mente aún no tenía tantas cargas personales, era más libre. Con este entrenamiento pude dormir ocho minutos como si fueran ocho horas de profundo descanso; incluso llegué a madurar un óvulo fuera del periodo menstrual con solo concentrándome en la zona; amén del gran incremento en mis niveles de concentración y resistencia e incluso recuerdo haber estado en otros lugares a través de la percepción mental.
En esa época era conocimiento esotérico, con muy poca literatura de libros y con nulos artículos –no había internet ni este mundo informativo reciente- y como católica efervescente pues lo anterior me parecía algo obscuro, me dio miedo y me retiré, sin embargo seguía haciendo muchos ejercicios aprendidos: la semilla estaba sembrada.
Cuando tuve a mis dos hijos, practiqué el método Lamase (Parto sin dolor), que manejaba distintos tipos de respiración en cada fase, pero como ya sabía los ejercicios de meditación con el Dr. Grinberg pues no solo fue más fácil sino más natural. Después usé otros métodos para relajar el cuerpo profundamente alterado por el estrés de dos niños muy traviesos que me mantenían siempre activa. Así hace 12 años me invitaron a una charla budista, donde nos enseñaron una técnica de meditación que me agradó, sin embargo la filosofía pregonada (la reencarnación principalmente) no la consideraba convincente para mí, pero practicaba esta meditación aprendida
A través de mi ex pareja conocí a Chopra, su filosofía y metodología, en específico practiqué las visualizaciones y la limpieza de chacras. Sin duda obtenía relajación, mayor atención y orden mental, con un sentimiento de bienestar profundo.
Con mi divorcio pasé de la actividad, a la pasividad de mi vida sexual. Mi amiga de la infancia y médico de cabecera me recomendó un libro del Mantrak Chia, a fin de canalizar la energía sexual que me estaba enfermando y que comencé a practicar. A la par conocí el libro del Tao de la Sexualidad, con técnicas tan avanzadas históricamente, que ni la imaginación de los grandes sexólogos occidentales leídos en mi juventud y que aún entonces seguía en boga, Master y Johson, podía ser superado, es toda una metodología para el hombre común que practica con disciplina.
Cada técnica de meditación curaba o alcanza una finalidad, un tipo distinto, con respecto a mi persona: unas atendían más al cuerpo y su estado de relajación y fluidez; otras técnicas la mente, su tranquilidad y orden; otras mas vigorosas canalizaban la energía sexual para paz desde este aspecto y expandirlo a otras áreas, sin embargo no llegaba a la esencia del ser, sólo se acercaban.
Cabe mencionar que empecé un entrenamiento en constelaciones familiares, representado por el Dr. Bert Hellinger, centrado en el mundo de las emociones y el campo energético; lo cual me permitió conocer en concreto y teóricamente las vivencias del alma, otra dimensión que te permite explicar lo intangible: de tal manera que el corazón pensaba y la mente sentía. Me hizo adentrarme en donde el dolor sella la vida pero también a partir de él creces, aceptando tu destino (lo que te tocó vivir, sin escogerlo -género, el número de hijo, la genética, etc-) y ubicándote en el lugar que te corresponde dentro de tu familia.
Después de 12 años acepté ir a la reunión budista con el grupo Camino del Diamante, me pareció interesante su diversidad y la inexistencia de un proselitismo… tan sólo lo que puedes dar. Inicié las meditación de grupo, luego la meditación personal del Camino con El Pequeño Refugio y noté que mi interior cambiaba en su esencia al repetir los 11,111 mantras. Sin haberlos contado, supe que había terminado ya que únicamente anotaba los avances por día y desconocía cuántos acumulaba; sin embargo sentí un día sentí un gozo, armonía y paz interior desconocidos, a pesar de que la cotidianidad en mi vida no iba del todo bien… aceptaba las cosas como eran, el aquí y ahora, sin ilusiones del pasado ni expectativas hacia el futuro… entonces supe que había terminado los mantras, sumé el total y así era: había meditado 11,109 mantras ...faltaban dos. Diríamos que fue como una programación neurolingüística desde el alma.
El Tao se escribió hace 2,500 años y sigue tan actual. La frase del Tao sintetizó en concreto tantos años de práctica y resultados construidos en la vivencia: no sólo tenemos distintos niveles de conciencia, sino también diferentes tipos de conciencia. También existen diversos tipos de meditación con las cuales ahondas en las dimensiones y esferas de tu persona, incluso hasta las que aún son desconocidas.
El Tao dice: La meditación cambia tu consciencia. El tipo de consciencia que emerja depende de la meditación. Tu consciencia a su vez colorea tus percepciones del mundo que te rodea. No existe tal cosa como la realidad objetiva. Tú lo coloreas todo. Si quieres el nivel más elevado del ser, ten como objetivo la consciencia sin color.
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