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El cartapacio del alecrán

La espera / Waiting // Ariadne Vázquez García

La espera / Waiting // Ariadne Vázquez García

Es un lugar cálido, luminoso con un suave aroma a café, que tan bien cae a las ocho en una mañana de enero. El lugar y los sillones invitan a quedarse horas acompañadas de un buen libro. Pareciera una burbuja rectangular que permitiera ver a través de sus enormes cristales los jardines y estatuas. El piso de cantera sin pulir evoca el color de la tierra, burda, natural. A ambos lados de la sala se encuentran las escaleras. Por ellas suben, bajan e intercambian documentos y conversaciones cortas, mujeres, ancianos, y los abogados. Se les reconoce por el modo de vestir y el lenguaje tan solemne que utilizan.

Rosalinda entra en el mismo momento que llega una joven tazas para café. Intercambian sonrisas, y le comenta de su cita. La chica sin ver le confirma, sí, es a las 8:30 am. Se siente desconcertada pues en la sala de espera hay más de diez chicas, que al igual que ella, esperan.

Rosalinda no contó con ello cuando imaginaba la escena ... el anuncio del periódico era de un tamaño tan pequeño, casi imposible de ser visto.

La seguridad con la que había entrado a la sala, comenzaba a diluirse con el paso del tiempo. Atenta a lo que decían y comentaban las demás, transcurridos los primeros largos minutos de espera, se dio cuenta que todas tenían la cita a la misma hora y que pasarían conforme habían llegado. Ella llegó treinta minutos antes, y aún así, no fue la primera.

Era una chica entusiasta y alegre. Sin intención de brillar demasiado, pues era tímida y reservada. Acababa de terminar la preparatoria y no había conseguido un lugar en la universidad. Resolvió conseguir trabajo para buscar después una escuela particular y sustentar los gastos ella misma. En su hogar había aprendido buenos modales, a comer correctamente usando de manera adecuada los cubiertos y a seleccionar literatura y música que le permitiera reconocer lo bello. Aunque había aprendido sin discursos a vivir en escasez, a tener ideas cortas y a no soñar demasiado. Contaba con una estatura promedio y le encantaban los deportes en equipos: futbol callejero, quemados y resorte. En la escuela -sin buscarlo- había destacado en atletismo. La preparatoria fue el último grado que le solventaron sus padres en una escuela privada, ahí había conocido nuevas y diferentes formas de vivir, muy lejanas a su realidad cotidiana.

Dentro de su corazón tenía grandes inquietudes, sentía que podía hacer cosas diferentes y grandes. Sin tener la certeza de qué. Sentía que este trabajo podía ser la oportunidad esperada, un boleto que le permitiera viajar por la vida en nuevos espacios. Con perspectivas diferentes, frescas, emocionantes.

Sentada frente a todas aquellas candidatas a obtener su boleto, comenzó a crecer su incertidumbre al compararse con las ahí presentes. Observaba a la que iba mejor vestida, a otra, de hablar elocuente, notó la experiencia de algunas… ¡Que tortura! Comenzó a  sentirse pequeña, descolorida y sin chiste. Miró dentro de su bolsa, buscando algo que la distrajera...

Toma aire y se levanta inquieta cruza la sala, cuidando de no caer, pues los zapatos que traen le quedan ligeramente grandes, son de su mamá. Siente que han pasado horas. Apenas han nombran a la segunda candidata.

Entre las chicas se le acerca una y le dice suavemente: ¡Hola!, le da un beso. La toma por sorpresa e inmediatamente trata de recordar quien es.  A la vez, la chica le susurra: tu falda está rota. Rosalinda queda petrificada sin saber qué hacer, estaba ahí de pie, delante de todos en la sala. A ella, quien desea pasar inadvertida. Ha quedado al descubierto su situación de pobreza,  su frágil disfraz. Le recorre un calor y frío por todo el cuerpo, el rostro caliente. Una vez más respira, en esta ocasión muy profundo y contesta: gracias. Pasa la mano suavemente por la parte del costado de la falda y puede percibir que está completamente rasgada. Coloca su bolso en el escritorio contiguo, se quita el saco lentamente, toma nuevamente el bolso y cuelga el saco en él, para cubrir la falda. Transpira por todo el cuerpo, es incómodo. Incluso puede mirar una gota que salen de su nariz.  Pasa la mirada alrededor de la sala con intención de escapar, encontrar un atajo.

En ese momento la llaman, toma su bolsa con fuerza y decide pasar el umbral de la puerta hacia la entrevista. Esta historia aún empieza.

 

It is a warm, bright place with a soft coffee aroma that falls so good at eight on a January morning. The place and armchairs invite to stay hours accompanied by a good book. The site seems a rectangular bubble with a view of gardens and statues, through its enormous crystals. The rough quarry floor evokes the color of the earth, rough, natural. On both sides of the room are located upstairs. Across them rise, fall, and share documents and short conversations, women, elderly, and lawyers, recognized them by the way they dress and their solemn language.

Rosalinda enters at the same time a young reachs with coffee mugs. They exchanged smiles, and tell her of the appointment. The girl without seeing confirms her, yes, it is at 8:30 am. Rosalinda feels embarrassed because in the waiting room there are more than ten girls, whom like her, they are waiting.

She did not have it when I imagined the scene ... the newspaper ad was so small, almost impossible to be seen.

The confidence with which he had entered the room, began to fade with the passage of time. Attentive to what they said and commented, after the first several minutes of waiting, she realized that they all had an appointment at the same hour and would be presenting as they had arrived. She did it thirty minutes before the date, and still that, she was not the first.

She was an enthusiastic and cheerful girl. Without intending to shine too, because he was shy and reserved. I had just finished high school and had not got a place at university. She resolved to get a job to look after a particular school and sustain the expenses by herself. At home, she had learned good manners to eat properly using cutlery adequately and select literature and music that allowed him to recognize beauty. Although there were no speeches, she also learned to live in scarcity, short ideas, and not to have dreams. She has an average height and loved sports: street football, quemados and resorte. In school without intention- had excelled in athletics. The school was the last grade that meet their parents in a private school, there’d met new and different ways of living, far away from their daily situation.

Within his heart had great concerns, Rosalinda felt she could do different and great things. Without being sure what. She felt that this work could be the expected opportunity, a ticket that allowed him to travel through life in new spaces. With different perspectives, fresh, exciting.

Sitting in front of all those candidates she was waiting to get her ticket, but the uncertainty began to grow when compared with the present moment there. She watched which of the candidates was best dressed, which other speaks eloquently, others seems to had experience ... It was a torture! She began to feel small, colorless and drab. He looked into her bag, looking for something to distract ...

She takes a breathe and walk across the room, carefully because the shoes are slightly larger because belong to her mother. She feel that had spent hours waiting. Just been named to the second candidate.

Among girls it is about over and said softly: ¡Hello!, and kisses her. This take her by surprise and she immediately try to remember who is she At the same time, the girl whispers: your skirt is broken. Rosalinda is petrified helplessly, standing there in front of everyone in the room. She, who wishes to remain unnoticed. She felt that her poverty has been revealed, her fragile disguise. Cold and hot travel throughout her body, she has hot face. Again Rosalinda take a profound breathe and answers: thanks. She pass gently her hand on the side of the skirt and she can see that is completely torn. She place the bag in the adjoining desk, the bag is removed slowly, and take the bag to cover the skirt. Transpires throughout the body, she felt uncomfortable. She can even see a drop coming out of her nose. Now she regard around the room searching a way to the escape, find a shortcut. 

At that time it is called, she takes her bag and decides to spend the doorway to the presentation.. This story is just starting.

 

Enero, 2015.

 

 

Imagen: Navah Porat, Waiting Woman with a Bag, 2014 / Pencil & Oil on Canvas27.5" x 20"

http://www.art-mine.com/artistpage/navah_porat.aspx

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