20 signos de abuso sexual en niñas y niños // Karla Paola Sánchez Chincoya
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xEl Abuso Sexual Infantil (ASI) es una de las diversas caras que tiene el maltrato*; el cual abarca a todas aquellas conductas en la que un niño o niña sea usado como objeto sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación asimétrica con respecto a la edad, la madurez o el poder; y que engloba cualquiera de las siguientes categorías:
- Caricias
- Proposiciones verbales explícitas
- Cualquier tipo de contacto físico que se realice con violencia, intimidación y sin consentimiento.
- Penetración vaginal, oral o anal
- Exhibicionismo
- Prostitución
- Pornografía infantil
En la mayoría de los casos, el abuso o violencia sexual es perpetrado por personas cercanas y conocidas por el menor; principalmente familiares, amigos o vecinos; de acuerdo con la Fundación Save de Children, el 90% de las veces que se investiga un caso de agresión sexual en niños, el victimario es alguien cercano.
Hoy se sabe que las niñas y niños que suelen estar en mayor riesgo de ser víctimas de abuso sexual, son:
Aquellos que tienen dificultades para decir no y para identificar que lo que le está sucediendo es un abuso (ya sea porque son muy pequeños o por que presentan alguna alteración en su desarrollo o forma de discapacidad).
Las niñas y niños que buscan ser aceptados pasando por encima de su propio malestar; es decir, aquellos que cederán ante cualquier demanda que otros le soliciten.
Y todos los menores que actualmente son víctimas de algún otro tipo de maltrato (por ejemplo violencia física) y por tanto la creen "normal."
Dentro de los signos que pueden llegar a sugerir la posibilidad de que un niño está siendo víctima de abuso sexual, encontramos los siguientes:
Signos
Alteración emocional que surge de manera abrupta (de un día para otro) y que hace que la niña o niño se muestren con actitudes muy distintas.
Ansiedad muchas veces acompañada de depresión.
Dificultades para atender y concentrarse; lo que conlleva dificultades en la escuela.
Aparición de conductas agresivas y/o violentas (de forma súbita).
Irritabilidad (cualquier cosa le molesta).
El juego cambia de forma abrupta; los padres y maestros pueden observar un juego anormal (el niño juega menos o no desea jugar; sus juegos incluyen lenguaje sexual o actos sexuales; sus juegos ahora son más violentos).
Alteraciones en el sueño (le cuesta trabajo ir a dormir o conciliar el sueño, o bien, comienza a dormir anormalmente más de lo habitual sin ninguna explicación aparente).
De pronto deja de hablar o habla menos de lo habitual.
Sentimientos de culpa; llora por cualquier motivo, se altera mucho con cualquier discusión, come desaforadamente o vomita después de comer, etc.
Somatizaciones (dolor en alguna parte del cuerpo, manifestación de síntomas físicos sin ninguna explicación médica aparente).
Apatía, no le interesa nada.
Hipervigilancia (está mucho más atento a ciertas cosas, conductas, actividades o lugares).
Se aisla de manera no-productiva (productiva sería: jugar, leer, disfrutar su entorno).
De pronto se manifiestan conductas llamadas regresivas (se orina la cama cuando ya había logrado dominar este aspecto; se chupa el dedo cuando ya lo había dejado...).
Aparición súbita de miedos (a ciertos lugares, a ciertas personas, a determinadas condiciones como la oscuridad, por ejemplo).
Expresa abiertamente que fue víctima de abuso sexual.
Habla de genitales, describe relaciones sexuales o en sus dibujos aparecen genitales o relaciones sexuales.
Manifiesta sentirse cansado la mayor parte del tiempo (sin que exista una causa aparente).
Sueña pesadillas o se despierta alterado (apanicado, llorando, gritando).
Vergüenza hacia su propio cuerpo o por sus genitales que aparece de forma súbita.
Estos signos deben estar presentes por lo menos de 2 a 4 semanas; por lo general tienden a causar un importante deterioro a nivel personal, familiar o social para el niño; es por ello que ante cualquiera de estas manifestaciones lo importante es conservar en todo momento la calma, actuar con cautela, acercarse al menor y tratar de ganarse su confianza para que pueda contar si algo está sucediendo; por supuesto, sin invadirlo de preguntas, ni tocar el tema directamente de la posible presencia de ASI sin antes ir preparando al chico para hablar de ello. Es necesario observarlo; estar al pendiente si aparecen otros signos de alarma, y cuanto antes acudir a un especialista, pues cualquiera de los puntos aquí mencionados reportan síntomas que pueden indicar que existe un problema grave de fondo, sea abuso sexual infantil o no, y es necesario conocer la causa y atenderla.
Culmino diciendo que la mejor manera de prevenir el abuso sexual a menores es informarlos; brindarles educación sexual de acuerdo a la etapa de desarrollo en la que se encuentren; estar al pendiente de ellos; no dejarlos al cuidado de personas que poco conocemos, así como mantener con los chicos siempre una buena comunicación.
* Lamentablemente con mucha frecuencia el hecho no es denunciado; la cifra negra que estipula la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) para el año 2016 asciende a 1 414 627; es decir, casi millón y medio de crímenes sexuales impunes, y esto se debe a que para muchas sociedades, incluida la nuestra, el llamado ASI es un tema tabú; no se ahonda en él y poco se advierte de sus peligros y consecuencias.
Aunado a lo anterior, es necesarísima una educación sexual a edades tempranas; pues la sexualidad y lo que implica, no son temas tratados en el jardín de niños ni en las escuelas primarias; y tampoco en casa.
Además también existe una obstaculizante burocracia cuando un padre, madre o tutor quiere interponer una demanda, al tiempo que la víctima sufre un estigma, críticas, devaluaciones, que impiden denunciar el hecho, y para algunas familias les parezca impensable hacerlo.
De tan solo el 10% de los casos que sí son reportados; se ha estimado que a nivel nacional el 30.8% de la población general ha sido víctima de alguna tipo de abuso sexual.
El 22.3% son mujeres, y un 8.5% son varones. En el 2016, la CEAV reportó que al día se realizaban 1 345 denuncias por este delito, el 90% de las víctimas fueron mujeres; 40% de ellas niñas menores de 15 años, lo que muestra un grave problema de salud pública que va en ascenso y trae como consecuencia una población infantil con lamentables secuelas a nivel psicológico y mental.
Obra plástica: Emilio Baz Viaud, 1955.
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