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El cartapacio del alecrán

POESíA / POETRY

Lluvia / Roberto Bolaño / Rain

Lluvia / Roberto Bolaño / Rain

 

 

Lluve y tu dices es como si las nubes

lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras 

el paso. ¿Como si esas nubes esscuálidas lloraran?

Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,

esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?

La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos

en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde

que consideras similar a una tarde del fin del mundo,

más pronto de lo que crees te parecerá tan solo

una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida

en la memoria: en el espejo de la Naturaleza. O bien

la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos

que resuenan en el camino del acantilado importan.

Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya

en el parabrisas de los coches estacionados a lo largo

del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.

 

 

 

Tomado de Los perros románticos, del autor.

... Palabras, palabras / ...Words, words // Virginia Woolf

... Palabras, palabras / ...Words, words // Virginia Woolf

 

 

…Palabras, palabras en inglés, están llenas de ecos, de recuerdos, de asociaciones. Han estado fuera de casa, en los labios de la gente, en sus casas, en las calles, en los campos, durante tantos siglos. Y es hoy una de las principales dificultades de escribirlas –porque se han almacenado con otros significados, con otros recuerdos, y han contraído tantos famosos matrimonios en el pasado. La espléndida palabra "encarnada", por ejemplo –¿se puede utilizar sin recordar "multitudinarios mares"? En los viejos tiempos, por supuesto, cuando el inglés era un idioma nuevo, los escritores podían inventar nuevas palabras y usarlas. Hoy en día es bastante fácil inventar nuevas palabras –brotan en los labios cada vez que vemos una nueva visión o una sensación nueva– pero no podemos usarlas porque el idioma inglés es viejo. No se puede utilizar una nueva palabra en una lengua antigua debido al hecho muy obvio pero siempre misterioso de que una palabra no es una entidad única e independiente, sino parte de otras palabras. De hecho no es una palabra hasta que es parte de una oración. Las palabras pertenecen al otro, aunque, por supuesto, sólo un gran poeta sabe que la palabra "teñirían" pertenece a "mares". Combinar palabras nuevas con palabras viejas es fatal para la constitución de la oración. Para usar nuevas palabras correctamente tienes que inventar un nuevo idioma; y, aunque sin duda llegaremos a ello, no es por el momento nuestro asunto. Nuestro asunto es ver qué podemos hacer con la vieja Lengua Inglesa como está. ¿Cómo podemos combinar las viejas palabras en nuevos órdenes para que sobrevivan, para que creen belleza, para que pronuncien la verdad? Esa es la pregunta.

 

Y la persona que podría responder a esa pregunta merece cualquier corona de gloria que el mundo tenga para ofrecer. Piensa lo que significaría si pudieras enseñar, o si pudieras aprender el arte de la escritura. Cada libro, cada periódico que tomaras, diría la verdad o crearía belleza. Pero hay, parece, algún obstáculo en el camino, un obstáculo para la enseñanza de las palabras. Aunque en este momento al menos se hallen cien profesores dando una conferencia sobre la literatura del pasado, al menos mil críticos estén revisando la literatura del presente y cientos y cientos de hombres jóvenes y mujeres se encuentren presentando exámenes en literatura inglesa con el mayor nivel – ¿escribimos mejor, leemos mejor de lo que hemos leído hace cuatrocientos años atrás, cuando éramos no enseñados, no criticados, no pensados? Nuestra moderna literatura georgiana es un parche de la época isabelina. Bueno, ¿entonces dónde echar la culpa? No en nuestros profesores; no en nuestros revisores;no en nuestros escritores. En las palabras. Son las palabras las culpables. Son las más salvajes, más libres, más irresponsables, las más no enseñables de todas las cosas. Por supuesto, pueden atraparse y ordenarse y colocarse en orden alfabético en los diccionarios. Pero las palabras no viven en diccionarios; viven en la mente. Si quieres una prueba de esto, considera cómo a menudo en momentos de emoción cuando más necesitamos las palabras, no encontramos ninguna. Sin embargo, existe el diccionario; están a nuestra disposición más de medio millón de palabras en orden alfabético. ¿Pero podemos usarlas? No, porque no viven en los diccionarios, viven en la mente. Mira una vez más el diccionario. ¿Hay sin duda alguna mentira más espléndida que Antonio y Cleopatra?, ¿algún poema más bello que la Oda a un ruiseñor? novelas que a su lado, Orgullo y prejuicio o David Copperfield son la torpeza cruda de aficionados. Es sólo una cuestión de encontrar las palabras correctas y ponerlas en el orden correcto. Pero no podemos hacerlo porque no viven en diccionarios. Ellas viven en la mente. Y ¿cómo viven en la mente? De manera diversa y extraña, tanto como los seres humanos viven, de acá y allá, se enamoran y aparean. Es cierto que las palabras están mucho menos obligadas por la ceremonia y las convenciones que nosotros. Palabras reales se aparean con plebeyas. Palabras inglesas se casan con palabras francesas, alemanas, indias, negras, si tienen fantasía. De hecho, cuanto menos investiguemos el pasado de nuestra querida madre Inglesa, mejor será para su reputación. Ha ido errante, errante, la hermosa doncella.

Así que establecer leyes para tales incorregibles vagabundas es más que inútil. Algunas reglas insignificantes de la gramática y de la ortografía es toda la restricción que podemos tener con ellas. Todo lo que se puede decir acerca suyo, es como si nos asomáramos sobre el borde de la profunda y oscura caverna donde viven, apenas iluminada de manera irregular: la mente, todo lo que podemos decir de ellas es que parece que les gusta que la gente piense antes de usarlas, y sentir después que han sido usadas, mas no pensar y sentir acerca de ellas, sino de otras cosas. Son muy sensibles, fácilmente toman consciencia de sí mismas. No les gusta que se discuta sobre su pureza o impureza. Si se inaugura una Sociedad para el Inglés Puro, mostrarán su resentimiento inaugurando otra para el Inglés Impuro- de ahí la violencia antinatural del discurso moderno; se trata de una protesta contra los puritanos. Son altamente democráticas, también; creen que una palabra es tan buena como otra; palabras sin educación son tan buenas como las palabras educadas, palabras no cultivadas tan buenas como las cultas, no hay rangos o títulos en su sociedad. Tampoco les gusta ser levantadas sobre la punta de una pluma y examinadas por separado. Cuelgan juntas, en oraciones, párrafos, a veces durante páginas enteras a la vez. Odian ser útiles; odian hacer dinero; odian recibir lecciones en público. En resumen, que odian cualquier cosa que las sellen con un significado o confinen a una actitud, porque su naturaleza es el cambio.

 

Tal vez ésa es su peculiaridad más llamativa - su necesidad de cambio. Sucede porque la verdad que tratan de atrapar es multifacética, y la vuelven polifacética, parpadea primero de esta manera, luego de esa otra. Así que quieren decir una cosa a una persona, otra cosa a otra persona; son ininteligibles para una generación, y clarísimas para la siguiente. Y es debido a esta complejidad, a este poder que significa ser diferentes cosas para diferentes personas, que sobreviven. Tal vez una razón por la que no tenemos un gran poeta, novelista o un crítico sea hoy que nos negamos a dar a las palabras su libertad. Las fijamos a un significado, un significado de uso, al significado que nos hace coger un tren, al significado que nos hace pasar el examen ...

Traducción: Marcela Chacón Ruiz

 

…Words, English words, are full of echoes, of memories, of associations. They have been out and about, on people’s lips, in their houses, in the streets, in the fields, for so many centuries. And that is one of the chief difficulties in writing them today – that they are stored with other meanings, with other memories, and they have contracted so many famous marriages in the past. The splendid word "incarnadine," for example – who can use that without remembering "multitudinous seas"? In the old days, of course, when English was a new language, writers could invent new words and use them. Nowadays it is easy enough to invent new words – they spring to the lips whenever we see a new sight or feel a new sensation – but we cannot use them because the English language is old. You cannot use a brand new word in an old language because of the very obvious yet always mysterious fact that a word is not a single and separate entity, but part of other words. Indeed it is not a word until it is part of a sentence. Words belong to each other, although, of course, only a great poet knows that the word "incarnadine" belongs to "multitudinous seas." To combine new words with old words is fatal to the constitution of the sentence. In order to use new words properly you would have to invent a whole new language; and that, though no doubt we shall come to it, is not at the moment our business. Our business is to see what we can do with the old English language as it is. How can we combine the old words in new orders so that they survive, so that they create beauty, so that they tell the truth? That is the question.

 

And the person who could answer that question would deserve whatever crown of glory the world has to offer. Think what it would mean if you could teach, or if you could learn the art of writing. Why, every book, every newspaper you’d pick up, would tell the truth, or create beauty. But there is, it would appear, some obstacle in the way, some hindrance to the teaching of words. For though at this moment at least a hundred professors are lecturing on the literature of the past, at least a thousand critics are reviewing the literature of the present, and hundreds upon hundreds of young men and women are passing examinations in English literature with the utmost credit, still – do we write better, do we read better than we read and wrote four hundred years ago when we were un-lectured, un-criticized, untaught? Is our modern Georgian literature a patch on the Elizabethan? Well, where then are we to lay the blame? Not on our professors; not on our reviewers; not on our writers; but on words. It is words that are to blame. They are the wildest, freest, most irresponsible, most un-teachable of all things. Of course, you can catch them and sort them and place them in alphabetical order in dictionaries. But words do not live in dictionaries; they live in the mind. If you want proof of this, consider how often in moments of emotion when we most need words we find none. Yet there is the dictionary; there at our disposal are some half-a-million words all in alphabetical order. But can we use them? No, because words do not live in dictionaries, they live in the mind. Look once more at the dictionary. There beyond a doubt lie plays more splendid than Antony and Cleopatra; poems lovelier than the Ode to a Nightingale; novels beside which Pride and Prejudice or David Copperfield are the crude bunglings of amateurs. It is only a question of finding the right words and putting them in the right order. But we cannot do it because they do not live in dictionaries; they live in the mind. And how do they live in the mind? Variously and strangely, much as human beings live, ranging hither and thither, falling in love, and mating together. It is true that they are much less bound by ceremony and convention than we are. Royal words mate with commoners. English words marry French words, German words, Indian words, Negro words, if they have a fancy. Indeed, the less we enquire into the past of our dear Mother English the better it will be for that lady’s reputation. For she has gone a-roving, a-roving fair maid.

Thus to lay down any laws for such irreclaimable vagabonds is worse than useless. A few trifling rules of grammar and spelling is all the constraint we can put on them. All we can say about them, as we peer at them over the edge of that deep, dark and only fitfully illuminated cavern in which they live – the mind – all we can say about them is that they seem to like people to think before they use them, and to feel before they use them, but to think and feel not about them, but about something different. They are highly sensitive, easily made self-conscious. They do not like to have their purity or their impurity discussed. If you start a Society for Pure English, they will show their resentment by starting another for impure English – hence the unnatural violence of much modern speech; it is a protest against the puritans. They are highly democratic, too; they believe that one word is as good as another; uneducated words are as good as educated words, uncultivated words as good as cultivated words, there are no ranks or titles in their society. Nor do they like being lifted out on the point of a pen and examined separately. They hang together, in sentences, paragraphs, sometimes for whole pages at a time. They hate being useful; they hate making money; they hate being lectured about in public. In short, they hate anything that stamps them with one meaning or confines them to one attitude, for it is their nature to change.

Perhaps that is their most striking peculiarity – their need of change. It is because the truth they try to catch is many-sided, and they convey it by being many-sided, flashing first this way, then that. Thus they mean one thing to one person, another thing to another person; they are unintelligible to one generation, plain as a pikestaff to the next. And it is because of this complexity, this power to mean different things to different people, that they survive. Perhaps then one reason why we have no great poet, novelist or critic writing today is that we refuse to allow words their liberty. We pin them down to one meaning, their useful meaning, the meaning which makes us catch the train, the meaning which makes us pass the examination…

Godzilla en México / Godzilla on Mexico // Roberto Bolaño

Godzilla en México / Godzilla on Mexico // Roberto Bolaño

 

Atiende esto hijo mío: las bombas caían

sobre la ciudad de México

pero nadie se daba cuenta.

El aire llevó el veneno a través de las calles y las ventanas abiertas.

Tú acababas de comer y veías en la tele los dibujos animados.

Yo leía en la habitación de al lado

cuando supe que íbamos a morir.

Pasé al mareo y las náuseas me arrastré

hasta el comedor y te encontré en el suelo.

Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba

y yo no dije que estábamos en el program de la muerte

sino que íbamos a iniciar un viaje,

uno más, juntos, y que no tuvieras miedo.

Al marcharse, la muerte ni siquiera

nos cerró los ojos.

¿Qué sómos?, me preguntaste una semana o un año después,

¿hormigas, abejas, cifras equivocadas

en la gran sopa podrida del azar?

Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros,

héroes públicos y secretos.

Tomado de: Roberto Bolaño. Los perros románticos. Barcelona, Acantilado, 2010.

 

My son attends this: bombs fell

over Mexico city

but no one knew it.

Air carried the poison through the streets and open windows.

You finished eating and were looking the cartoon on TV.

I was reading in the room aside

When I assumed that we will die.

I went from the dizziness and nausea I dragged myself

up to the dining room and found you in the ground.

We hugged. You asked what was happening

and I didn’t said that we were on the death program

isntead I tell you that we were going to start a journey,

one more, together, and that you don’t have to be affraid.

When death go away, she did not

close our eyes even.

What do we are? You asked me a week or a year later;

ants, bees, wrong numbers

in large random rotten soup?

We are human beings, my son, almost birds,

public and secret heroes.

sin título / Enrique Ponce

sin título / Enrique Ponce

Qué difícil es la vida, te dije

Y mira que apenas comienza, me dijiste

Cuánta razón tienes, caminando la vida:

Ella me tiene en reserva

 

La muerte seguro viene por mí, me dijiste

Haré lo posible por engañarla, te dije

La muerte nos busca: 

Y a lo mejor todavía estamos aquí

 

La vida me está protegida: 

Es mi madre

 

Tal vez la vida sea mucho más interesante que la muerte,

La vida abre la puerta a la muerte,

La muerte cierra esa puerta abierta:

¡De alguna forma estamos condenaditos!

¿Quién tendrá la llave?

-Será por eso que nunca nos dan la llave del féretro o la urna?-

Lo cierto es que ya muerta aparecen todos tus recuerdos,

Eres tan grande o pequeña como tus señas

Y los momentos felices o infelices...

Pero como la vida sigue aquí y ahora -solo ahora y aquí-,

No permitamos que se nuble el amanecer

¡Ni se haga eterno el anochecer!

 

 

Juana / María Esther Pérez Feria

Juana / María Esther Pérez Feria

Juana

Custodiada de lúgubres servidores del silencio, contemplas los carcomidos recuerdos que gobiernan tu insomnio. No hay maullido ni ronroneo que te traiga de vuelta, sólo encuentras consuelo en las interminables caricias oscuras de incondicional tibieza. Qué se hizo de tu sonrisa gacela, de tu voz de alondra en la más alta rama posada, de tus pasos desnudos y alegres a la intemperie. Tu mirada ahora se pierde más allá de paisajes agrestes, donde una bruma de palabras ahogadas desdibuja tus sueños.

Si aún escuchas latir tu corazón, vierte tus lágrimas en una caja transparente. Échalas a navegar sobre aguas nuevas. Que viajen hasta el mar, donde sirenas de cabelleras iridiscentes curan, con su canon, estridentes obsesiones y desamores crónicos.

Sin contar las noches, intuye el amanecer definitorio. Cuando llegue, asómate a la ventana, para sentir la brisa de un cuento fabuloso que no habías escuchado nunca, aunque lo hayas escrito, incansable, días y noches.

Llegado el día, baja de la torre, despójate de ese vestido de loca ausente, y vuelve a corretear a las mariposas entre los campos de blancas flores. Deja marchar tus miedos reptantes. Vuelve a escuchar la música que visita tu jardín. Deja que el viento vacíe tus muros de ruidos ajenos. Ve cómo se abre la puerta de metal, detrás de la cual se halla preso el brillo de tus ojos. Mira cómo saltan los gatos tras la ilusión de infinitas aves.

 


Guarded in gloomy silence servers, contemplate the moth-eaten memories that govern your insomnia. No Meow or purr that you bring back, you only find solace in the endless dark caresses of unconditional warmth. What became of your gazelle smile, of your lark voice on the highest inn branch, from your naked and joyful steps outdoors. Your gaze is now lost beyond wild landscapes, where a mist of words drowned blurs your dreams.

If you still hear your heart beating, pour your tears in a transparent box. Take them to navigate new waters. That he travel to the sea, where sirens of iridescent hairs heal, with his cannon, strident obsessions and chronic heartbreaks.

Not counting the nights, intuits the defining dawn. When you arrive, look out the window, to feel the breeze of a fabulous story that you had not heard never, even if you have written it, tireless, days and nights.

The day arrived, low down the tower, strip out you of that crazy away dress, and chase again the butterflies among the fields of white flowers. Let go your crawling fears. Back to listen to the music that visit your garden. Let wind to empty your walls from outside noises. See how open the metal door, behind which the brightness of your eyes is imprisoned. See how cats jump after the illusion of countless birds.

A ti viva / Vicente Alexandre

A ti viva / Vicente Alexandre

                                    Es tocar el cielo, poner el dedo

                                           sobre un cuerpo humano.

                                                                                   Novalis

 

Cuando contemplo tu cuerpo extendido

como un río que nunca acaba de pasar,

como un claro espejo donde cantan las aves,

donde es un gozo sentir el día cómo amanece.

 

cuando miro a tus ojos, profunda muerte o vida

                                                  que me llama,

canción de un fondo que sólo sospecho;

cuando veo tu forma, tu frente serena,

piedra luciente en que mis besos destellan,

como esas rocas que reflejan un sol que nunca se hunde.

 

Cuando acerco mis labios a esa música incierta,

a ese rumor de los siempre juvenil,

del ardor de la tierra que canta entre lo verde,

cuerpo que húmedo siempre resbalaría

como un amor feliz que escapa y vuelve...

 

Siento el mundo rodar bajo mis pies,

rodar ligero con siempre capacidad de estrella,

con esa alegre generosidad del lucero

que ni siquiera pide un mar en que doblarse.

 

Todo es sorpresa. El mundo destellando

siente que un mar de pronto está desnudo, trémulo,

que es ese pecho enfebrecido y ávido

que sólo pide el brillo de la luz.

 

La creación riela. La dicha sosegada

transcurre como un placer que nunca llega al colmo,

como esa rápida ascensión del amor

donde el viento se ciñe a las frentes más ciegas.

 

Mirar tu cuerpo sin más luz que la tuya,

que esa cercana música que concierta a las aves,

a las aguas, al bosque, a ese ligado latido

de este mundo absoluto que siento ahora en los labios.

 

 

Adolescencia

 

Vinieras y te fueras dulcemente,

de otro camino

a otro camino. Verte,

y ya otra vez no verte.

Pasar por un puente a otro puente.

-El pie breve,

la luz vencida alegre-.

 

Muchacho que sería yo mirando

aguas abajo la corriente,

y en el espejo tu pasaje

fluir, desvanecerse.

 

 

Al cielo

 

El puro azul ennoblece

mi corazón. Sólo tú, ámbito altísimo

inaccesible a mis labios, das paz y calma plenas

al agitado corazón con que estos años vivo.

Reciente la historia de mi juventud, alegre todavía

y dolorosa ya, mi sangre se agita, recorre su cárcel

y, roja de oscura hermosura, asalta el muro

débil del pecho, pidiendo tu vista,

cielo feliz que en la mañana rutilas,

que asciendes entero y majestuoso presides

mi frente clara, donde mis ojos te besan.

Luego declinas, ¡oh sereno, oh puro don de la altura!,

cielo intocable que siempre me pides, sin cansancio, mis besos,

como de cada mortal, virginal, solicitas.

Sólo por ti mi frente pervive al sucio embate de la sangre.

Interiormente combatido de la presencia dolorida y feroz,

recuerdo impío de tanto amor y de tanta belleza,

una larga espada tendida como sangre recorre

mis venas, y sólo tú, cielo agreste, intocado,

das calma a este acero sin tregua que me yergue en el mundo.

Baja, baja dulce para mí y da paz a mi vida.

Hazte blando a mi frente como una mano tangible

y oiga yo como un trueno que sea dulce una voz

que, azul, sin celajes, clame largamente en mi cabellera.

Hundido en ti, besado del azul poderoso y materno,

mis labios sumidos en tu celeste luz apurada

sientan tu roce meridiano, y mis ojos

ebrios de tu estelar pensamiento te amen,

mientras así peinado suavemente por el soplo de los astros,

mis oídos escuchan al único amor que no muere.

Poemas / Enrique Valdés

Poemas / Enrique Valdés

Geografía

 

Ese pedazo de tierra largo y estrecho

que ves allí,

es Chile, mi país.

 

Estuve allí por mucho tiempo y me fui.

Cambié mi corazón por una casa,

una estrella por cincuenta y nueve veces

una sola.

No extraño a nadie, como nadie me extraña.

Pero a veces, el olor de una manzana

o de un vaso de vino

me revuelve el estómago, me devuelve

a ese pedazo de tierra negra que ves allí.

 

No pudieron matarme

pero un golpe artero de yatagán

tocó la célula y la hirió.

No vuelo ahora. Me arrastro como los felinos.

Y hablo a media voz. Escribo

cartas que no tienen respuesta. Pero a veces

cuando miro estos mapas

se me sube la orina a la garganta.

 

 

 

Comparaciones

 

Cuando uno está cansado se recuesta en la tierra

y ve pasar las nubes

entre el cielo y los árboles.

 

Cuando uno tiene prisa monta un caballo

y atraviesa el polvo y las praderas.

Cuando uno está perdido

escucha el canto de los pájaros

y calcula la hora, el tiempo, las distancias...

 

Cuando uno está con hambre

se detiene en la casa del vecino

toca la puerta y entra y allí está la comida.

 

Cuando uno está muy lejos

en su pedazo de universo ajeno,

se revuelca en la tierra,

acude a todos los teléfonos,

toca innumerables puertas,

mira el agua que pasa:

Y se ahoga.

 

 

Nieve

 

También aquellos árboles se cubrían de hielo

y colgaban desde el alero de la casa

las agujas del agua congelada.

Y caían las ramas de los árboles en el dorso

de los animales.

A los días del sol tibio

usurpaba la nieva el espacio olvidado

y morían los pájaros en medio de la noche.

También nos refugiábamos en torno a cualquier cosa:

un leño encendido o el regazo difuminado de la madre.

 

Ahora cae la nieve sobre Urbana-Champaign

Y yo no sé si estoy aquí o allá: en el fondo de un mar

lleno de ramajes extraños y formas indescifrables.

También pensábamos en un mundo invisible:

éste quizás, el que ahora trae el hielo y derriba los árboles.

Pero la casa de entonces está sepultada bajo la nieve

como los cuerpos de mis antepasados.

Y no es el mar el que veo, sino lo que deseo ver:

una parte de mí, perdida entre la nieve.

 

Tomado de:

http://sergiomansilla.com/revista/patagonia/poesia/articulo_120.shtml

Dos poemas / Michael Hamburger / Two poems

Dos poemas / Michael Hamburger / Two poems

 

Canción silenciada

 

Oscuros días del año

antes del solsticio, el Adviento

en el detrito de la rasgada arboleda

el cruel viento de los Urales.

El último farolillo de malva

valiente, en silencio se desflora,

pétalos flama, africanos, ahí persisten.

Debajo del manzano pelado

de fruta sin recoger, el amarillo,

el rojo o carmesí, yacen

subsidian el canto de las aves, ciervo.

 

Su anochecer sólo permite

una medio recuerdo de luz

Es tordillo cielo nube emplomado

La estrella en parpadeo que se oculta

Chifla el frío entre las fibras que el techo levanta

Para dar brote y sostenerse

y danza sus miembros entumecidos

que los ritmos de la ausencia baten.

Un hombre sordo canta cerca,

viene, la alabanza de los que esperan,

Servil, a la expectativa

del eterno aún no.

 

 

Neva dentro

 

1

 

Árboles pelados,

arbustos pelados en flor,

lejos, en el prado del agua.

el aire también se vuelve blanquecino

cisnes camuflados al punto

de la perfección, invisibles,

mientras que el hambre obliga

a los pocos oscuros ciervos muntjac

a violar céspedes cercados,

-expuestos- sus ojos deslumbrados

cuando los rayos del sol irrumpen

destellando tanto blanco que

se torna pelusa.

 

 

2

 

Pero para el lechero, el lavandero

quienes desafiaron al cortado riel

el aguanieve y hielo en la quietud

no inmiscuyen menos blanco.

Los periódicos, el correo suspendido.

Lo que se mueve es el viento,

nube de masa ahora espesa, ahora rota,

los pájaros pequeños en movimiento tiemblan

hojuelas escamas cargan, es forraje;

Y, más allá del dominio de la nieve,

las lenguas elocuentes como siempre, menean

su necesidad de la así llamada guerra.

 

 

3

 

La habitación y el alimento

sienten, sufren esta necesidad:

un bien del petróleo ansía el del otro,

Luego más y más, y después todo.

Cubiertos de nieve, los esquimales

tuvieron suficiente con su era de hielo,

en nieve caliente como el oso polar,

La humanidad en su mayoría podía reír.

La paz blanca, la blanca poesía.

Floreció la luz cruel

hasta ser también ellos mimados,

y tirpular las máquinas de la codicia.

 

 

4

 

Aleros, ramas que ahora gotean

han llevado a la casa el periódico,

pizca de frío que adormece,

nuestra normalidad en descongelación.

 

Traducción: Marcela Chacón Ruiz